Oraciones

Día 8: Novena a María Auxiliadora

Por la señal de la santa cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro +.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +. Amén.

V./ Virgen Sacratísima, dígnate permitirme que te alabe,

T./ Dame fortaleza contra tus enemigos.

Oración preparatoria para todos los días

Oh Dios Todopoderoso y Misericordioso, que en defensa del pueblo cristiano estableciste admirablemente en la Beatísima Virgen María un perpetuo auxilio; concédenos propicio, que fortalecidos con tal protección, luchando en esta vida podamos en la muerte, conseguir victoria del enemigo maligno, por nuestro Señor Jesucristo. Amén. 

Día Octavo

ORACIÓN PARA PEDIR LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh María Auxiliadora!, celestial Aurora que nos has anunciado a Jesús, Sol de Justicia, concédeme la gracia que te pido… y enséñame las íntimas y suaves finezas de la devoción al Sacratísimo Corazón de Tu Divino Hijo, devoción que eleva en seguida las almas a la más alta perfección, que es el mejor modo de consolar a Aquél que ha amado a los hombres y que es de ellos tan poco amado. Sí, Madre mía, enséñame a conocerle, a amarle y a nunca más ofenderle. Alcánzame su amor, y no me queda otra cosa que desear. Eternamente te agradeceré este favor. Amén.

Padrenuestro, 3 Avemarías, Gloria

y la jaculatoria: María auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.

Oraciones finales para todos los días

(Compuesta por San Juan Bosco)

¡Oh María Virgen poderosa! Grande e ilustre defensora de la Iglesia; Singular auxilio de los cristianos, terrible como un ejército ordenado en batalla. Tú sola has triunfado en todas las herejías del mundo, oh Madre, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo y en la hora de nuestra muerte, llévanos al Paraíso. Amén.

Súplica a María Auxiliadora

Necesitando un favor especial, y confiando en tu bondad, a Ti recurro, poderoso Auxilio de los Cristianos. Conocedor de las innumerables gracias que diariamente concedes a tus devotos, he puesto siempre en Ti toda mi confianza; y hoy, humildemente postrado a tus plantas, te suplico, con todo el fervor de mi alma, remedies mi necesidad (pídase aquí la gracia que se desea obtener). Bien sé, Madre querida que yo no merezco nada; y aún temo que mis culpas sean un obstáculo a tu bondad. Mas Tú puedes, dulcísima Señora, sacarme de este lastimoso estado y hacer que sirva con fidelidad a Ti y a tu divino Hijo, a fin de que yo también pueda experimentar la maravillosa eficacia de tu santo Auxilio. Amén.